lunes, enero 17, 2011

Y se vino la segunda.


5:30 am y la luz tenue que entra por la ventana semi-abierta me despabila. Una vez que abro los ojos no me puedo volver a dormir, casi como un instinto de supervivencia tengo que ponerme en acción y empezar a delinear mi vida. Eso o dejar que las ideas me invadan y me coman la cabeza.

Hoy la casa esta desolada, solo el labrador y yo nos hacemos compañía en este laberinto de cuartos y habitaciones oscuras. Lo primero que hago es sacarme la suciedad acumulada del fin de semana, una ducha y a cantar bajo el agua. Los acordes entonados desde mi garganta bastardeada por años de alcohol y cigarrillos retumban contra los azulejos empañados de vapor. Ahí me hago eco y en mi cabeza se presenta el plan para conquistar el mundo (otra vez). Ensayo un jopo en el pelo y me echo ese perfume que calma el olor a hombre, ya estoy listo. Me preparo un te (porque el fin de semana me encontró enfermo y dolorido) y lo acompaño con una tímida tostada. Sirve para alimentar la salida del hogar. Elijo un disco y la música invade la casa ahuyentando a las voces que quieren meterse conmigo. Me despido del labrador y salgo a la calle fantaseando con volverla a ver.

Lunes, empieza la semana y caí en la cuenta de que se me vino encima el 17 de enero. Casi sin darme cuenta, casi sin pensarlo me perdí entre pitadas y borracheras tratando de evitar la sensación de desolación. Soy efímero, somos un instante y el tiempo se nos viene encima sin que se pueda hacer nada contra ello. No me pongo en negativo, al contrario, es el impulso para aprovechar cada momento y sentirme a gusto para buscar lo que quiero.

Últimamente opte por alejar de mi vida todo lo que no me haga sentir cómodo, eso o tomarme un vino con soda para pasar el momento. Es que a veces se hace muy difícil tener que vivir bajo la sombra de lo que no soy, es mejor poner un corte y buscar lo que me haga emocionar. Como dice un buen amigo "cada relación tiene su momento", y por lo tanto no hay que forzar las cosas.

Desde que empezó el verano pase noches de insomnio recuperando mi alma de su letargo emocional, con pastillas y botellas recorrí Buenos Aires gritando que estoy vivo, que estoy más feliz que nunca. Una felicidad mentirosa pero que me dibuja una sonrisa cada vez que nos encontramos. Eso y las canciones, y la poesía que nos dedicamos y las improvisaciones que suenan en las paredes de ese departamento en Belgrano. Del otro lado ella tuvo su tiempo de espera y al final el encuentro fue preciso y hermoso, eso y el amor que nos tenemos cura todo el espanto de vivir, o por lo menos esta sensación de vació.

Sin el ardor de vivir en su sombra grito libertad, bienvenida nueva aventura, hoy soy pura emoción.

Sin discutir sobre quien tiene razón hoy te cedo la palabra, gracias amor.

Los Saluda.

Pat.





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