lunes, enero 10, 2011

Happy Monday.

Ahora que lo pienso el despertador debe haber estado sonando sin ningún somnoliento espectador que lo apague. La cuestión es que desperté mucho antes de que suene la alarma de mi reloj japonés. Una vez que eso pasa ya no me puedo volver a dormir. Me poco inquieto, ansioso y empiezo a sentir mucha energia fluyendo desde mi cabeza. No puedo quedarme reposando en la cama, no estoy a gusto. La idea de revolcarme como morsa entre las sabanas me resulta escandalosa y es mucho más evidente cuando tu amor duerme a muchas cuadras de distancia sin posibilidad de hacer la del oso. Osea una cagada. Tengo aire acondicionado (o aire con condición) pero no anda, no enfría, solo tira un vientito que me despeina el fleco. Mi cuarto esta lleno de pelos porque el labrador se acuesta al costado de la cama y es muy probable que si los junto pueda llegar a armarme un sweater (y no pulóver). Tengo un LCD, pero la tele me aburre muchísimo, lo único interesante para ver son series o alguna película que ya casi no pasan. Del porno olvidate. En el cable ya no pasan nada. Lo único que queda es enganchar (si es que aparece) wild-on y contentarse con mirar una teta en alguna fiesta de wet t`s.


Son las 5 am y por los pliegues de la persiana se asoma un tibio amanecer. Es mi oportunidad para abandonar la cama y ponerme en marcha. La luz me pone bien, me gusta el amanecer y la mañana. Por eso es que el invierno me da claustrofobia y en mi cumpleaños me pongo malo para olvidarme de la porquería que es nacer un 23 de julio.

Bañarse, echarse el jopo veraniego, perfumarse la camisa y salir a caminar. Buenos Aires de mañana es brillante y tranquila, hasta parece segura. Me pongo a caminar y la música se enciende en mis oídos. A mi alrededor las veredas mojadas y las viejas barriendo en la esquina. Un portero me moja los pies y realmente no me importa porque la canción que suena es hermosa. Los locales están cerrados, las panaderías solo muestran el olor a medialuna y pan casero, ¿donde están todos? Me siento en una película de Buñuel.

Ayer Palermo estaba raro. -Che loco, quiero tomar una cerveza. No, todos los lugares cerrados y poco carismáticos. Las calles vacías y desinteresadas, ¿Donde están todos? El otro lugar, Plaza Armenia luce esplendido, el sol cae, la feria termina, pero los bares se llenan de almas que pujan por descomprimir el domingo. Al fin la birrita para calmar la sed y algo para entrar. Así, entre amigos las historias se hacen más provocativas.

La cuestión es esta, nací en Belgrano no en Lugano. Hay cosas que no voy a aceptar jamás. Primero porque tengo una forma muy clara de pensar y si me llegas a venir a pendenciar te voy a arrancar las tripas, segundo porque si miras a mi "amor" te voy a cortar la verga, y tercero porque le tengo fobia a las multitudes. En esa mezcla de lugareños y visitantes bizarros le damos rienda suelta a la expresión y la xenofobia. Pero es solo por diversión, desde la ventana de la estación se ven expresiones de rigor y caras marcadas por la calle. Ya no lo hago mas, prefiero la tranquilidad de la distancia. La última vez que lo hice me encontré hablando con Chaban pidiéndole algo que pegue; tiempo después todo se hizo humo.

Como todo lunes la verborragia acumulada en el fin de semana brota a borbotones y me pongo insolente. Así encaro este enero que me propone un duelo cara a cara para salir a reventar la ciudad. Paso, pero me quedo con Palermo, a ese lo curto y después que surjan las canciones. Lo demás me tiene sin cuidado.

Todo lo que quiero es verte sonreír. Buena Semana.

Los Saluda.

Pat.

2 comentarios:

  1. Efectivamente me avisa la dueña de casa que el despertador sono durante largos e intensos minutos.

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  2. Amé la descripción de Plaza Armenia
    Tan pero tan cierta.

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