martes, enero 25, 2011

Como llegue hasta acá II.


Un par de años atrás después de abandonar mis cursos de Sociología en la UBA se me dio por estudiar Cine. Estudiar es una forma de decir porque dudo que cualquier que haya seguido la carrera de dirección de Cine y TV pueda decir que realmente se estudia. En fin, durante un año aprendí angulaciones, movimientos de cámara, focos, aberturas, colores, iluminación etc etc etc. Cuando al cine le aportan ese grado de teoría se puede volver altamente molesto. De la poca experiencia que saque de ese tiempo de estudio es que la mejor forma de aprender a hacer cine es filmando y mirando películas. Todo esta ahí, la teoría es un poco engañosa pero no discuto que haya gente a la que le sirve.

De todo ese remolino extraño que eran mis clases de cine una persona se lleva todos mis aplausos porque desde el primer día que lo conocí sabia que había algo bueno en el. Recuerdo compartir charlas y encuentros en el patio de entrada y debatir sobre películas, música, guiones y videos. Hoy veo como su carrera crece día a día y me alegra muchísimo por el.

La verdad es que nunca encaje en esa escuela, esta bien yo venia de la UBA pero hasta en Sociales las cosas se tomaban más en serio. La escuelita de cine parecía más bien la continuación del colegio secundario pero con gente proveniente de los más diversos lugares tratando de buscar una salvataje para el futuro de sus vidas. Un tanto depresivo y poco emocionante, era un ambiente muy extraño. El lugar era una casa vieja de dos pisos en el "misterioso" barrio de once.

Para esa época mi corazón bailaba solo y estaba más desaforado que nunca. Mis compañeros de curso eran bastante extraños pero logre tener buena relación con algunos de ellos que hizo mas divertida la estadía en ese lugar. El problema era la diferencia que había entre cada uno de nosotros, creo que ninguno era compatible con el otro.

En un curso tan reducido es muy probable que los roces sean frecuentes. Nenes y nenas jugando a ser directores de cine, eso no podía llegar a terminar bien nunca. El problema es que se armo un grupo interesante pero al poco tiempo las miradas terminaron por cagar todo. Y en esa época si a mi me apretabas un poquito ya me encendía y no le decía que no a nada. Había que jugar un rato, jugar a que todo estaba bien y soñar con fiestas que nunca iban a pasar, pero al menos era una buena forma de pasar el tiempo.

El problema no fueron las salidas y las borracheras, el problema fue involucrar tanta gente en donde normalmente juegan dos. Noviando por un lado, coqueteando por el otro, durmiendo en su casa de vez en cuando. El escenario era muy confuso y mi situación sentimental no ayudaba para aclarar el panorama. Algunas veces caía a su casa con una película, algo para tomar y pedíamos comida china. Así pasábamos la noche en vela ideando guiones y escribiendo la historia de nuestras vidas. El asunto se puso peligroso cuando la nena se entero y quiso participar también, apareció en el sótano y reclamo lo que era suyo. Era el cumpleaños de la dueña del boliche y eso no se hace en su casa. La tercera se presento escotada y con botitas, era imposible decirle que no. 3x1 y ya no hubo nada mas que hacer, todo se había terminado. Era el principio de mi despedida de la escuelita y de mis sueños de Director (después entendí que no necesitaba de esos estudios para llevar a delante mis ideas).

Flash back:
Un par de horas antes del desenlace una caminata al boliche mas solicitado de Palermo puso ante mis ojos la imagen de ella, y sin poder devolverle la mirada ya sabia que iba a ser de mí en el futuro. Sin aliento volví a casa, rescatado por un par de amigos. Al otro día tenia todo muy claro, un mail, una pregunta y el resto es historia. En 4 meses seremos marido y mujer.

Cuando me preguntan si una mirada puede cambiar tu vida yo les cuento nuestra historia.

Los Saluda.

Pat.

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