jueves, enero 06, 2011

De visita al cuartel.


Ayer una charla me devolvió la fe de que con ganas y esfuerzo se puede conseguir lo que uno se proponga.

A la tarde visite a mis amigos los Tan Bionica en su salita que tan bien se armaron. Un reducto en el polémico barrio de Palermo que alberga a una mezcla muy interesante de personajes. Un casa vieja media desvencijada y venida abajo con un patio en el medio y un semi-techo forjado de plantas y un uval que asoma una pequeñas frutas. Ahí se dan cita todos los días desde hace tiempo los bionicos.

Aviso de mi llegada y Seby me viene a recibir en la puerta. Un abrazo tímido y me muestra de que se trata el lugar. Adentro de la salita espera un Diega tranquilo y relajado. El lugar es chiquito pero cómodo. Las paredes acuatizadas le dan un ambiente sombrío que adormece. Seby me enseña la fiesta, cuando se apaga la luz se enciende un juego de luces de colores que decoran la salita haciéndola un lugar único. Esto es Tan Bionica.

Nos dirigimos afuera, cigarrillo de por medio (yo no, deje de fumar hace 4 meses) y empiezo con las preguntas de siempre. Seby me detalla como fue que dieron con este lugar, la casa, la salita, la producción del disco, las canciones, etc. El día esta medio nublado pero por momentos asoma un sol tímido que inunda el patio interno. Me siento a gusto con el lugar, se que podría pasar ahí muchas horas sin preocuparme por otra cosa.

Por hoy no hay mas ensayo, los últimos acordes los tiraron un rato antes de mi llegada. Mejor, no quise interrumpir. Chano, bambi y Guarni salieron a corresponderse con otras tareas. Seby me indica que en el cuarto de al lado esta tocando J. Malosetti. Un Jazz se filtra por las hendijas de la puerta llenando de música el patio interno. Ese era un buen lugar para pasar la tarde.

Al rato se hace presente un Bambi aprovisionado de una merienda improvisada. Claro, coca-light otra cosa no se toma. Yo afirmo con gusto que soy del club de los que toman coca-ligth para no sentirme afuera (igual es verdad soy de lo que toman coca-light). Junto con eso unas galletitas completan la merienda. Hay que cuidarse, vienen días largos e intensos así que hay que desintoxicarse un poco; las galletas de arroz no mienten.

Un poco después se hace presente el quinto elemento, Guarni. Trae corte de pelo nuevo. Le queda bien, una seudo crestita se le asoma de costado, pero es tímida. Cae con otra coca-light y unas galletas dulces. Esta bien cada uno tiene que aportar algo, es la ley. Me siento en falta, no lleve nada. De todos modos nadie me lo hace notar.

Arranca el ping pong. Una tabla de durlock marcada con cinta negra es la mesa. Tiene casi las mismas medidas. De un maletín (secreto) Bambi saca el Kit: una red, dos paletas y una pelota. Me dice que lo compró en el barrio chino por $20 pe. Esta buenísimo. Arranca el torneo, Diega tiene el record hasta que un inspirado Guarni se lo saca convirtiéndose en el nuevo héroe. Yo corro desde atrás, no le agarro el ritmo. Tengo un estilo lento, pausado, como de otro deporte tira Bambi. Perdí la costumbre, estos locos vienen jugando hace tiempo y se nota la practica. Con un par de días mas les hago partido, ahora soy muy fácil.

La tarde cae, y el sol ya no ilumina el patio como antes. Antes de emprender la vuelta al hogar cuento mi historia, la verdadera historia, la que nunca se escucho de mi boca. Fue un año raro, extraño pero aprendí a bajar los pies a la tierra y tengo claro lo que quiero. Diega, Bambi y Seby escuchan atentos. Bambi lanza su sabiduría, habla tranquilo y sabe lo que quiere. Yo lo escucho y aprendo. Tengo mas ganas que antes. Gracias.

La salita se cierra y en la vereda nos despedimos. Bambi y Diega se van por un lado, a Seby lo alcanzo yo. Es el fin de la jornada, cada uno a su hogar y a soñar con lo que vendrá. Yo me despido y un sin fin de ideas me invaden la cabeza. Estoy ansioso por lo que vendrá pero el hoy me encuentra positivo, optimista y un poco creativo.

Los Saluda.

Pat.

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