lunes, diciembre 27, 2010

El día después.


No me gusta, no lo disfruto y menos en años como este. La Navidad paso y no hay nada más que decir al respecto.

Tengo calor, me pego a casi todo la ropa que uso, mis zapatillas apestan y no me siento cómodo andando todo el día en ojotas. Me gusta el verano, pero la ciudad suele convertirse en un baño turco en donde la gente parece sufrir colapsos a cada paso que da. Eso o apoltronarse todo el día bajo un aire acondicionado y levitar en calzones por toda la casa. Encontré una receta casera, aguantar las horas mas calurosas del día entre trabajo y tareas por cumplir y a la hora de la despedida calmar el ardor con una cerveza bien fría o un vinito con hielo y soda. Si, así como suena, sin pose ni barra cool.

Buenos Aires por estos días se empieza a vaciar. La mayoría arma las valijas y emprende el insólito viaje hacia la costa para amorcillarse en la playa. Me encanta, más ciudad para mí. Nada mejor que recorrer Buenos Aires en Enero. "Un enero en la ciudad", así deberia llamarse algún libro, o algún disco, o algún cd-libro. Podría relatar todas la andazas porteñas y cagarme en los que piden filtro a la hora de escribir. A que venia todo esto?, nose, todavía no lo pensé y mientras escribo tengo la mente puesta en ese vaso que en un par de horas intentara saciar mi sed.

¿Sin amor no sos feliz? No, ni en pedo. Necesito de su compañía para creer en mí, en algo que no sea tan cruel.
En tiempos como estos por momentos me agarra un dejo de melancolía y solo pienso en armar una valija para irme lejos, bien lejos. El problema es que no suelo tener ese espíritu medio hippie emprendedor en el que agarro un morral y salgo a recorrer el mundo. Soy parte de este sistema y como tal dame las cosas que me den placer y me hagan feliz.
Pero como, ¿Sos feliz? Bueno es que, esa es una pregunta un tanto complicada. Digamos que tengo momentos en los que me siento bien. El impulso de mis mañanas es saber que mi obra aun esta inconclusa y alguien debe terminarla. Claro que ese soy yo pero por momentos se me hace difícil.

Sigue pasando el tiempo (en este momento muy lento) y mis promesas para el año que viene son simples e inmensas. Algo así como conquistar tu mundo. Quiero ser quien vos más quieras que sea. Otra vez volvemos con el tema del amor. Es que es todo, no concibo la soledad, o si, pero a la larga la sufro, la distancia me corroe el alma.
Hoy convivo con un montón de emociones contrastadas que ayudan a llevar este tiempo turbulento. Un poco de magia, un poco de fuego, agua y sal. Nos vemos el año que viene, y por más que suene tan lejos es dentro de un par de días.

Me clavo un poco de conciencia y salgo a desempolvar los escaparates perdidos de esta ciudad.

Turron, Pan Dulce y Champagne para todos, y que viva el pueblo Peronista.

Los Saluda.

Pat.

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