martes, febrero 08, 2011

Blow (up).

"Los anacronismos de mi cabeza suelen presentarse a menudo bajo los efectos de algún algo que me desoriente las ideas".

Esa noche el octavo era una maravilla, la ciudad fantaseaba y los amores brotaban de todas partes. El grupo comandado por los jerarcas de la música se instalo en ese piso de Belgrano tratando de solventar las largas noches de verano.
La medianoche nos encontró ansiosos y sedientos, destapando botellas para olvidar la ausencia. El portabambo se hizo presente y convido a (casi) todos una ración de su humo agrio. El ambiente, iluminado y vació sucumbió antes los empastes de la nube viciosa. La música proyectada desde el cuarto de atrás invadió la escena. Sonaba punk-rock y éramos adolescentes con sueños.

El fracaso es olvidado con el tiempo y las noches pasadas empiezan a tener aroma a nostalgia.

Las chicas tocaron timbre y subieron al octavo, el clan estaba completo. Un vago de barba desmejorada y sucia puso en el reproductor de DVD Blow, esa película de narcos marihuanos y cocaleros protagonizada por Depp y Penelope Cruz. El ambiente se puso oscuro, la pantalla se ilumino y los ojos captaron la escena. Un par de sillas decoraban el lugar pero no alcanzaban para todos. Me senté atrás, lejos de la fijación directa de la pantalla. Ya empezaba a sentir el cosquilleo del viaje nocturno.

"Ese gringo esta loco, dice que la quiere toda", mendigaba un productor narco cuando Depp se la quería comprar toda. Las voces rebotaban en mi cabeza como ecos violentos tratando de perderse en el infinito.

-Loca, cada tanto tocame porque si no me voy a la mierda, le dije a quien estaba al lado mió.

Todavía el mambo del mal viaje repercutía en mis asociaciones mentales y me ponían paranoico. Si no me muevo me vuelvo loco, me empieza a perseguir y me voy, me voy a la mierda.
Esa noche, apoltronado en esa silla blanca en el fondo de la habitación mi vida se repitió infinitas veces tratando de hacerme entender que no existía tal cosa, que el presente es tan solo una sinapsis cerebral y que ni el recuerdo ni el destino realmente existen.

-Loca, te dije que me tocaras, balbucee mientras trataba de callar las voces de adentro caminando al otro lado de la habitación. Al lado mió los otros miraban el desenlace de la película.

-Ah, ahora es cuando lo cagan dije, tratando de disimular mi exaltación.

Me volví a sentar, pero esta vez con el movimiento insistente de mis pies y manos acompañándome cada vez que el silencio empezaba a invadirme. Logre reponerme y seguir, despues mudo con la garganta seca, busque la calle en dirección a mi casa.

Tiempo después encontré una técnica para huirle a estas ideas mortales, repetirme una y una otra vez que afuera, lejos en otro lugar hay gente que nace, que muere, que nace, que muere, que nace, que muere y que yo no tengo nada que ver con eso, y así me convenzo de que yo no soy quien creo creer ser.

Mirando hacia atrás comprendo que todo lo que hoy en día es pura verborragia fraudulenta en algún momento era el eje de mi caótica pero hermosa existencia.

Hoy son solo recuerdos, que cada tanto vuelven a preguntarme como estoy.

Los Saluda.

Pat.

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