jueves, abril 28, 2011

En busca de....

Buenos Aires tiene algo que me resulta altamente adictivo. Es verdad, lo odio, lo detesto con todas mis fuerzas, lo desangro y en mis palabras lo pulverizo pero en el fondo siempre vuelvo a encontrarme con el. Será por esa misteriosa forma de arrojar a sus habitantes a esta jungla urbana sucia y pendenciera repleta de arrebatadores de sueños pero que sienten en sus entrañas el deseo de contar algo. Las calles me hablan, de alguna manera misteriosa me llevan por sus infinitos pasajes en busca de algo, de alguien, o simplemente en busca de...

Barrio de Palermo, 6 P.M según marca nuestro huso horario y las esquinas empiezan a poblarse de gente que sale de sus trabajos, de trabajadores que buscan un trago para calmar la ansiedad del día, turistas que intentan ligarse con alguna Porteña desenfrenada y así desorganizarse un poco y contar que valió la pena el viaje.

Camino medio perdido por la música que invade mis oídos y pienso en cosas trágicas, acontecimientos naturales y catástrofes de magnitudes inmensas. Paso por debajo de una obra en construcción y no puedo evitar sentir el miedo correr por mis piernas. Miro para arriba y me hago a un costado,
- ¿Que si se me cae una viga en la cabeza? No Patricio, eso no te va a pasar. Pero... ¿Que si pasa?
Ensayo una semi-curva y esquivo la obra en construcción, esquivo pasar debajo de los andamios y por las dudas me agarro un huevo izquierdo (?)

Mientras llevaba acabo todo ese ritual caí en la cuenta de que siempre llego antes a todos los lugares. Tengo una especie de obsesión con los horarios, y eso me lleva a que deteste la impuntualidad. Nunca podría establecer algún tipo de relación con un persona que tenga ese habito de vida, es como que desencaja toda la estructura mental que me hago.

-Flaco, si te digo a las 6 PM no caigas a las 7 ni 6:45 ni 6:15. Las seis son las seis acá, en china y Singapur (?). Igual adjudico esta obsesión por el horario al exceso de ansiedad que me acompaña desde hace muchos años (creo que desde siempre). Vivo ansioso y no puedo evitar ser así, es como tener mil hormigas en el culo que no te dejan quedarte quieto ni un segundo, pero la diferencia es que ese cosquilleo lo sentís en la cabeza. Son como impulsos constantes que te mandan ideas, pensamientos y cualquier tipo de disparate que se te pueda ocurrir. Muchas veces me recomendaron tomar alguna pastilla, o ir al psicólogo, o hacer deporte o tener un hijo (?). Si, suponen que con eso canalizaría mi energia en otro lado. No se, lo voy a pensar.

Ya tengo mi vaso de cerveza, un plato con unas papitas de paquete y mis ojos relojean un libro de Cohen. No logro concentrarme en la lectura del todo, cada tanto pasa alguien caminando y me distraigo imaginando que destino la hizo pasar por ahí. Es diciembre, Buenos Aires se pone calurosa y las mujeres no escatiman en mostrar un poco mas de piel que lo habitual. Los primeros tonos soleados empiezan a relucir y todos quieren salir a mostrarse.

Cohen me habla de un tal Lotario y un lugar que intento visualizar con poca suerte, en la esquina y con un paso apurado un pelilargo medio lungo medio desgarbado pasa como un rayo mientras le da unas pitadas a un cigarrillo. Creo que es mi primo, no, no creo, estoy seguro que era el. Lo dejo pasar y no emito ningún sonido, a veces prefiero quedarme con la idea de la conversación que no tuve, disfruto mas la idea del encuentro que el encuentro en si mismo. Después seguramente le diré a todos que me encontré con el, total nunca nadie lo sabrá o al menos eso creo yo.

El sol en Palermo no va a caer hasta pasadas las 8 PM, y yo pienso quedarme por la zona hasta bien entrada la noche, o la salida del sol, quien sabe...


(fragmentos de En busca de...) por Pat von Borowski.

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