viernes, marzo 04, 2011

Aquellos viejos tiempos.

Era la época del 25 (hs), el invierno del horror, las noches maratónicas sin dormir y las canciones que empezaron a sonar en cada esquina de Palermo. Fue una época hermosa y destructiva, de correr detrás de los paranoicos, de visitar hospitales a la madrugada, de sentarse derrotado en la placita porque el vino con coca o el tequila habían echo estragos con nosotros. Éramos unos niños buscando algo en que creer. El punk o el metal, los redondos o attaque, Iorio y la concha de dio´. No había compromisos estelares, las chicas iban y venían, las novias eran figuritas que se paseaban mostrándose coquetas y haciendo ojos ciegos a lo que no querían ver. Aquellos años eran tan simples, solo un sueño: conquistar el mundo, y darle un par de besos a la chica que te gustaba.

Una tarde un cajón se lleno de botellas vacías y corrimos desaforados a ver a la banda del momento en un festival. Era una excusa para desquiciarse un poco más. A uno lo perdimos en el camino pero apareció hora mas tarde en una esquina enfundado en los brazos de una mujer. A escondidas se refugiaba en el amor prohibido. Esa tarde corrimos con los pantalones por las rodillas sin importar la vergüenza de las madres que nos miraban cuando iban a buscar a sus hijas al colegio.

Aparecieron tres mocosas de 14 años. Nos dieron vuelta al primer cruce de miradas. Era la época de Babasonicos y la moda de ir a los recitales super lookeados. A estas 3 las había traído el padre de una, que ingenuidad dejarlas en esa tierra salvaje donde los lobos acechan a sus presas sin consideración alguna. El sol rebotaba en el pasto y el calor era insoportable, así las hormonas se ponían a tono con la sensación térmica. Cuando empezó la banda festiva aparecieron las golfas reclamando lo que era suyo, huimos detrás de la primera caravana que se armo buscando a las mocosas. No paso nada, excepto por alguno que se llevo un beso de regalo en la primera canción lenta que sonó en el festival, era de noche y las luces azules acompañaban el escenario.

La secuencia se repitió al segundo día, pero esta vez un vándalo de pelos parados queriendo ser malvado por portar pantalones a cuadros y cresta se llevo de regalo un sacudon y un par de patadas en el piso. Había que demostrar lo aprendido años atrás en tantas batallas en el mítico cemento. Al anochecer y bajo los acordes de alguna banda me perdí en un encuentro casual como tantos otros, no volví a prestar atención y un Calamaro gordo y estático empezó su set. Casual, fue todo tan casual que hasta nos volvimos juntos y hasta ahí llego todo. Chau, salud y hasta siempre.

Eran las épocas doradas, donde empezó todo y todo empezó a salir mal. Las primeras canciones surgieron de esas noches y esos viajes, de esos maratónicos días perdiendo la memoria y gastando zapatillas en la ciudad. Cuando vinieron los compromisos se complico todo y dejamos de creer en lo que éramos. Todos hicieron la vista a un lado y no quedo mucho mas por decir.

Hoy camino mas solo que antes pero con la cabeza mucho mas calma, sin los derrapes de aquellas épocas pero con la vista siempre puesta en el mismo lugar, perseguir lo que siempre añoramos juntos.

A tu salud.

Los Saluda.

Pat.



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