"Entonces no dijo nada, dio media vuelta, se sonrió al
voltearse y siguió su rumbo que la llevaba lejos de mi. Durante 2 años no supe
nada de ella, a pesar de compartir la misma ciudad no tuve noticias sobre su
paradero ni su estado sentimental. Mientras tanto empecé a salir con algunas
amigas de mi época del colegio, nada formal, un par de noches de compañía que servian de excusa para destapar unas cuantas botellas de vino y no terminar
abrazado a la nada idealizando con volver a sentir un poco del calor que nos da
el fuego del amor pasional. Los inviernos fueron largos y las horas de
oscuridad me dejaban un sentimiento de angustia que solo podía suplantarse por
momentos de risa estupida provocada por el humo de algunas tucas, esas que
raspan la garganta y te dejan una sensación de picazón en el pecho. Así y todo
fuimos perfectos navegantes de la ciudad, a veces no recordaba hace cuantos días que estaba despierto, visitando fraternidades que abrazaran mi pesar y
alivianaran el impacto. La seguía, de a ratos entre sueños y humores etílicos
que depositaban toda su elegancia en las sabanas de alguna visitante de ocasión,
me humillaba, pero era efectivo recordarla cada vez que se terminaba el acto, y
así volvíamos una que otra vez a encontrarnos y darnos aliento, amor y
esperanza..."
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