miércoles, julio 14, 2010

Historias en la city I.

Eran las17.45 de un día cualquiera en la compulsiva Ciudad de Buenos Aires. Mientras reposaba con mis piernas encima del escritorio, de fondo sonaba una canción que lograba ponerme de buen humor. Estuve toda la tarde dando vueltas en la silla tratando de esquivar el dolor de cuello que me torturaba desde la mañana. Claro que me auto medique, un Ibubirac 600 mlg para ver si con eso llegaba hasta la noche. La tarde se puso tensa y con eso la vena que apareció en mi cuello se hacia cada vez mas grande. Ensaye algunas elongaciones y estiramientos de espalda que solo me dejaron mas torcido.


A todo esto, tenía que terminar un informe que me había llevado casi toda la tarde y todavía me quedaba más de la mitad por terminar. No, no es ineficiencia, es arduo trabajo de investigación. De todos modos, ya tenía los ojos cansados y el cuerpo maltrecho.

17.50 Todo estaba dispuesto para emprender mi retirada. Empiezo por apagar la computadora del vecino que para esas horas ya no esta por la oficina. Acto seguido dejo que termine la canción que estaba sonando minutos atrás, chequeo los mails por cientonoveneana vez y apago la computadora. Pienso: 17.55 compro chicles, 17.56 me prendo un cigarrillo mientras camino a la estación, 17.57 me agarra el semáforo de Lacroze y Cabildo, 17.58 bajo a la estación.17.59 espero en el anden a que llegue el subte, 18.00 el subte llega a la estación olleros y me deslizo hacia el interior del vagón.


Detalle Nº1: En el momento que me disponía a dejar la oficina me doy cuenta que mi reproductor musical, llamémosle IPOD, tenía una sola canción cargada. Una sola canción que encima era el track introductoria de un disco, ósea, era lo mismo que nada. Ataque de rabia Nº1.


Detalle Nº2: Esperando en el anden de la estación Olleros a que llegara el subte, una voz de alerta se dirige hacia los viajantes: “ATENCION, LA LINEA D TIENE SERVICIO RESTRINGIDO ENTRE LAS ESTACIONES CONGRESO DE TUCUMAN Y 9 DE JULIO, MUCHAS GRACIAS”.

¿Muchas gracias? No entiendo que se agradece, a veces creo que se abusa en el uso de ciertos términos solo porque se piensa que es de buena educación. Así las palabras empiezan a perder el sentido original y se convierten en simples expresiones vulgares de conveniencia. Uh, Perdón, te choque. Uh Perdón, te cague a tu mujer. Perdón, perdón perdón. Basta de pedir perdón.


Recapitulando, estaba yo en el vagón bastante incomodo por la cantidad de gente que viajaba a esa hora de regreso a su hogar, sin música, sin libro, solo mirando las caras de los otros viajantes como yo. El viaje era bastante incomodo sobre todo porque atrás mió se ubico un sujeto de contextura bastante importante que empezó a remar con los hombros tratando de hacerse un lugar. Bueno, basta le dije, a donde queres llegar, no vez que estamos todos igual. Claro, ni se dio por enterado que le estaba hablando a el.


Siguiente Estación: Palermo. Otro contingente de individuos se agolpo contra las puertas para poder entrar al vagón. Un poco mas apretados, pensé, mientras una señora simpática, que venia de la ciudad de Salta y estaba de visita por Buenos Aires, dijo: ¡Si viene un gordito no va a poder entrar! Y tenia razón, no iba a caber una persona de tal tamaño. A todo esto yo pensaba que el corte entre 9 de Julio y Catedral no me afectaba demasiado porque yo hacia combinación con la línea C, por tanto mi viaje llegaba hasta la estación 9 de julio. Claro, luego venia lo peor, la tediosa secuencia de combinar 9 de julio con diagonal Norte en la línea C. Cientos de personas caminando por un ínfimo túnel, apretadas, acarreadas y pegoteadas por el inhumano calor que provoca estar bajo tierra.


Volviendo al viaje, Siguiente estación: Plaza Italia.

Problema Nº1: Otro comunicado de alerta: “SE COMUNICA A LOS SEÑORES PASAJEROS QUE EL SUBTE FUNCIONA CON DEMORAS Y CON SERVICIO LIMITADO ENTRE LAS ESTACIONES CONGRESO DE TUCUMAN Y 9 DE JULIO”.

Bueno ahora le agregaron demoras, fantástico. 5 minutos parados en la estación cuando sonó la alarma y las puertas se cerraron. El subte arranco.

El calor se hacia cada vez mas intenso y las gotas de sudor ya empezaban a caer de mi frente.


Siguiente Estación: Scalabrini Ortiz.

Demora estimada: 10 minutos. Hora: 18:27.Mi humor carecía de gracia.

Lo que siguió fue una sucesión de hechos que terminaron por completar la jornada para declararla de desagrado personal.

El subte siguió avanzando, y en cada estación se quedaba parado alrededor de 12 minutos. La gente ya había colmado su paciencia y ensayaba abanicos con lo que encontraba en su bolso. Papeles, diarios, libretas, etc. Otros se apuntalaban debajo de esos pseudos-escapes de aire que funcionan como ventilador en el interior del vagón.


El subte paro en la estación Puyerredon. Eran las 18.40 pasadas. Luego de 10 minutos de estar atascados en ese pseudo-infierno terrenal, la gente comenzó a inquietarse y a levantar sus quejas. Algunos compartían historias de viajes, otras simplemente optaban por bajarse. Al cabo de un rato tome la decisión. Me baje del vagón, camine un rato por la estación deliberando que hacer. Si esperar a que el tren arrancara nuevamente, subir a la calle tomarme un colectivo y tardar 1 hora en llegar a la bendita facultad, o tomarme el tren para el otro lado, renunciar a asistir a clase y tomarme la tarde para no matar lo ultimo que me quedaba de racionalidad. Luego de deliberarlo unos minutos tome la decisión, cuando sonó la alarma que indicaba que el tren cerraría sus puertas me quede parado al otro lado del andén. Dicho y echo, el tren cerro sus puertas y entre un tibio aplauso de los viajantes siguió su viaje. Eran las 18:53.


Minutos más tarde el subte que venia en la dirección contraria hizo su llegada a la estación Pueyrredon entre viajantes asfixiados y ansiosos individuos que esperaban, el tren se detuvo y abrió sus puertas. Algunas pocas personas bajaron y las cientas de personas que pugnaban por ingresar a un vagón para emprender el regreso a casa vieron sus intentos frustrados. Algunos intentaban colarse entre pasajeros pero rebotaban cual pelota de ping-pong. Mi estrategia fue diferente. Me ubique donde a mi parecer se detendría el ultimo vagón. Espere a que se abrieran las puertas, y entre empujones y aprietes pude deslizarme hacia el interior del vagón y sentir que ya todo estaba cumplido. La puerta se cerro, y casi sin aire que respirar, el tren inicio su marcha dejando atrás el recuerdo y la sola idea de querer marcharse, pero esta vez hacia otras fronteras.


Buen viaje.


*Vale aclarar que esto sucedió un tiempo atrás cuando aun no había llegado el frió a la ciudad.


Los Saluda.

Pat.

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