jueves, noviembre 10, 2011

24.

"Sin saber porque se fue corriendo buscando un refugio en los brazos de la mujer veneno".

-Gauchita, se que te gusta fantasear con un presente húmedo entre las sabanas de una cama de hotel y un desayuno en piyamas repleto de frutas y cereales y una coctelera con un par de tragos para despertar las insinuaciones que hace tiempo están latentes.- El sol penetra por las cortinas bordadas de la ventana norte de la habitación, piso 24, afuera el día avanza pero en la inmediaciones de la fantasía el tiempo parece suspendido, gravitando entre miradas cómplices y recuerdos de los cuerpos entrelazados. El destino es una cuenta pendiente constante que arremete contra el super-yo represivo que intenta controlar lo que ya no puede, lo que no debe. Si están bajo las sabanas el mundo deja de girar, y lo que se mueve es la funcionalidad de sus cuerpos enganchados en una caravana de placer y sensibilidad que los deja exhaustos pero sedientos de mas, exprimiendo la ultima gota, con la respiración entrecortada y pidiendo servicio a la habitación una y otra vez. Pasaron horas, días, y semanas y el tiempo no pareciera pasar para ellos, permanecen atentos, jóvenes y hermosos. Afuera la guerra continua su habitual carrera, los hombres pasean sus mortajas y se dejan llevar por el tic-tac de los relojes. Abajo las miradas son sombrías, perdidas y de poco brillo, no hay deseo en el llano, el asfalto les corroe la sangre, que se vuelve espesa y no circula a los millones de capas de la piel que recubre a los deseos. Los hombres se pasean de traje, insensibles, apurados, distraidos. Las mujeres se embellecen pero se olvidan de la sensualidad, sus figuras se estropean y envejecen dejando una estela de cuerpos marchitos que el tiempo va recogiendo y depositando bajo tierra. El tiempo avanza, el tic-tac maniático de los relojes lo hace notar a cada segundo, tic-tac, tic-tac.
En el piso 24 los amantes juegan a embriagarse, una y otra vez, y otra vez...

Fin.

P.

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